El concepto de Pyme y su gestión normalmente va asociado a un equipo de personas que forman parte de una empresa con unas características económicas ligadas al tamaño y al nivel de facturación que las determinan como pequeñas y medianas empresas. Pero este concepto no engloba el tipo gestor o líder que ha emprendido y creado la figura jurídica.
En los requisitos para considerarse pyme no se toma en cuenta el tipo de gestión o el perfil concreto del emprendedor que la ha creado. Sin embargo, esto es determinante para el presente y futuro de la empresa. Y no solo del líder en sí, sino del funcionamiento del equipo en su totalidad, los engranajes entre ellos y las sinergias que puedan generarse.
Como ya dijimos en artículos anteriores, un alto porcentaje de ellas nacen de la necesidad de formalizar la vocación creativa de personas en forma de negocio. Con ello queremos decir que el perfil de los equipos de muchas pymes, al menos en Cataluña, donde el 81,40% de las empresas con establecimientos para el 2021 tenían de 1 a 9 empleados (Idescat) está formado por equipos creativos focalizados en su talento y que muchas veces carecen de la formación en gestión empresarial, la cual es fundamental poseer unos mínimos para tirar adelante el negocio.
Los líderes/emprendedores, siendo conscientes y responsables de ello, les cuesta horrores tomar las riendas de la gestión y dedicar tiempo a formarse para ello. Quieren dedicarse a lo que realmente les interesa, su vocación creativa y tiran adelante precisamente gracias a su talento e intuición.
En el artículo de hoy queremos dar un poco de luz a esos perfiles creativos que no saben ni por donde empezar a poner orden en la gestión de su equipo.
1. Tesorería
Es fundamental tener claro hasta donde llegamos para poder afrontar las obligaciones de pago mensuales: nóminas, Seguridad social y pago a proveedores.
Ir sobre la marcha no siempre funciona, es más, casi nunca sale bien. O sí, pero el descontrol de esta variable nos puede dar muchos dolores de cabeza cuando dejan de entrar proyectos.
2. Resultado de la explotación del negocio
¿La diferencia entre ingresos y gastos es positiva? ¿Ingresamos más de lo que gastamos?
La respuesta a esta pregunta es vital, independientemente de si es positiva o negativa.
Si es positiva de momento vamos bien, pero hay que tener en cuenta que es una fotografía del momento. Por tanto, debemos tener en cuenta este valor de forma continuada en el tiempo.
3. Rentabilidad
¿Perdemos dinero en un proyecto en concreto? Controlar la rentabilidad de los proyectos también es vital para saber si el negocio funciona o no, sobre todo a medio y/o largo plazo. Conocer la rentabilidad nos dará información para tomar decisiones concretas como: necesitamos contratar una persona para complementar al equipo al inicio de un nuevo proyecto, ¿podemos contratarlo? ¿Podemos alquilar una máquina de producción para el próximo pedido?
4. Cliente
Otra de las variables clave es el cuidado del cliente. Invirtiendo en una buena relación comercial y dando respuesta a sus necesidades, aumentamos el % de fidelización de cliente, aunque no es garantía de que eso ocurra. El enfoque al cliente nos hace conocerlo más, empatizar y acercarnos a sus necesidades.
5. Hoja de ruta
Tener una ruta estratégica y, por lo tanto, objetivos marcados es casi el punto más importante de los resaltados aquí. Los puntos anteriores son muy relevantes, pero si no sabemos PARA QUÉ los aplicamos acabaremos trabajando por inercia sin un objetivo común para todos.
La determinación de objetivos a medio plazo, plantear índices de medición que nos permitan verificar que estamos en buen camino y el diseño de acciones que nos dirijan hacia estos objetivos son elementos imprescindibles para avanzar en el aprendizaje del grupo. Y, por lo tanto, en el crecimiento de la empresa y en la creación de valor añadido para aquellos que eligen nuestro producto o servicio.