La dicotomía entre la organización horizontal y vertical de las empresas siempre se está debatiendo en los foros empresariales y estratégicos. Según el sector en el que nos fijamos y las características internas y del entorno de cada empresa la elección de un tipo u otro de organización puede tener sentido. Ejemplo de éxito de ello son las dispares McDonald’s y Netflix.

McDonald’s, empresa de fast food expandida por todo el mundo, tiene una estructura vertical, con flujos de trabajo de arriba a abajo, gran control de las tareas y especificidad del personal. En el siguiente artículo publicado por la consultora McKinsey & Company donde entrevistaban a Kevin Ozan, nombrado director financiero de McDonald’sen 2015 encontraremos algunas ideas de por qué tiene éxito: ‘Fast action’ in fast food: McDonald’s CFO on why the company is growing again.   

 Por otro lado, la plataforma de contenidos Netflix es un claro ejemplo de organización horizontal o plana, basándose en valores como la creatividad, libertad con responsabilidad y la autogestión. En este corto vídeo podéis escuchar a miembros del equipo de Netflix explicar como trabajan y toman decisiones.

En contextos VUCA (volátiles, inciertos, complejos y ambiguos) como el actual, la tendencia es aplicar estructuras horizontales, tanto para pymes como grandes empresas, para generar entornos más ágiles y no estancos y ser más flexibles ante cambios del entorno.

 De ahí que la organización vertical, la tradicional, diseñada mediante organigramas piramidales, departamentos o silos, con centros estancos de trabajo ya no funciona. Son estáticos, poco flexibles y normalmente la información y directrices van siempre de arriba abajo. Los equipos verticales favorecen el control, un reparto de tareas más concretos y la promoción de los empleados, ya que quedan mucho más claros los roles de los trabajadores.

En la organización horizontal, los equipos están formados por miembros con distintas capacidades, aptitudes e intereses. La organización por silos se diluye y los equipos trabajan de forma colaborativa para cumplir con unos objetivos, basándose en valores, de forma autónoma y autogestionada.

De ahí que presentamos 5 razones para apostar por una organización horizontal en vez de vertical, en el contexto actual:

  1. Autogestión y autonomía

Se dota a los equipos de autonomía e independencia para gestionarse. Entre todo el equipo se plantean los objetivos a cumplir y el equipo se autogestiona siguiendo los valores establecidos, basada en las capacidades de los miembros de cada equipo, mucho más productivos que en una organización vertical.

2. Aprovechar capacidades

Las distintas capacidades de los miembros del equipo dan lugar a una retroalimentación entre ellos que fomenta una mayor productividad en el resultado. 

En una organización vertical, los miembros de un mismo equipo de trabajo tienen la misma formación y el mismo perfil. El trabajo puede desencadenar a tareas rutinarias y a la desmotivación.

3. Transversalidad

La transversalidad de los equipos da lugar a que el objetivo a acometer sea encarado desde distintos puntos de vista. Al tratarse de un equipo multidisciplinar, las aportaciones son diversas y ello genera mayor creatividad, contraste y amplitud de miras. La cooperación y colaboración son básicas para el buen funcionamiento de estas organizaciones.

4. Motivación

Los equipos formados por miembros con distintas capacidades y formaciones generan un flujo de motivación que se autorregenera con el propio funcionamiento del equipo. Todos trabajan con el punto de mira a un mismo objetivo con lo que las diferencias entre ellos generan nuevos conocimientos entre ellos.

5. Agilidad

En un entorno donde los equipos no siguen una jerarquía concreta los miembros se mueven por valores, no por personas.  En general, las estructuras horizontales funcionan muy bien en empresas de pequeño y mediano tamaño, ya que el número de empleados a organizar es mucho menor y el establecimiento de objetivos y variables clave se hace más fácil. La adaptación a posibles cambios del entorno es menos traumática en un entorno flexible.

Estos 5 valores propician la implantación de una organización horizontal, aunque no debemos olvidar complementarlo con las propiedades características de una organización vertical como son el control y especificidad de los equipos, mediante herramientas digitales de colaboración.La gestión de estos equipos debe permitir el control del trabajo a realizar. Libertad, autonomía y autogestión no significa caos ni que se tomen decisiones individuales sino que el rumbo de la empresa siempre debe ser claro siguiendo unos valores y una dirección