El cuarto y último valor del Manifiesto Agile cierra en monshot el ciclo de celebración de la publicación de este Manifiesto, el cual cumplió 20 años el pasado mes de febrero. Estos valores, a pesar de los años transcurridos siguen de actualidad con el foco puesto en la adaptación de las empresas a las nuevas realidades y necesidades de sus futuros clientes en entornos cambiantes.  

Este cuarto valor se centra tanto en el proceso de desarrollo del producto como en el diseño en sí, siempre desde un punto de vista flexible. No pone el foco en el resultado final. 

En artículos anteriores ya dijimos que la prioridad de la cultura ágil en la gestión empresarial es la entrega de valor al cliente, sin esperar a tener el producto o servicio completamente desarrollado desde la perspectiva del cliente. La integración del consumidor final en las fases de desarrollo favorece la adaptación del producto a las necesidades y, por tanto, a la entrega de valor de forma más rápida y eficiente. En este contexto, es casi imperativo entender este cuarto valor bajo el prisma otra vez de la flexibilidad y adaptabilidad a los cambios. 

En el blog de monshot, monBloc, podéis leer el artículo #Tip6_AGILE ¿el qué?, que contiene un breve resumen del contenido del Manifiesto Agile así como los #tip13#tip14 y #tip15 donde comentamos los otros tres valores del Manifiesto. 

RESPUESTA ANTE UN CAMBIO SOBRE SEGUIR UN PLAN 

¿Qué nos dice? 

  • Priorizar la adaptación de los procesos de desarrollo ante un cambio de objetivo/necesidad que pretender mantener la planificación marcada. 
  • Aporta más valor la respuesta ante un cambio inesperado que no la capacidad de seguir una norma establecida.  
  • Seguir el plan sin focalizarnos en el cambio dará un resultado final no alineado con las nuevas necesidades de los clientes. 
  • Agilizamos el proceso en favor de la aportación de valor al cliente. 

¿Para qué? 

  • Para evitar eternizar un plan descrito. Si hay cambios en este contexto, hay que cambiar primero el plan y se ralentiza la entrega de valor al cliente. 
  • Ofrecer un producto más integrado a las necesidades del mercado y que se van adaptando las nuevas necesidades al desarrollo. 
  • Priorizar la entrega de valor a seguir una planificación establecida a priori. 
  • Reducir y agilizar los tiempos de entrega del producto y adaptarlo de forma más rápida. 

Un buen ejemplo de cambio de planes nos lo aporta Alexander Menzinsky: ‘si viajamos de Madrid a Zaragoza y hemos planificado un viaje de 3 horas, si resulta que hay una tormenta a medio camino, bajamos de 100 km/h a 60 km/h y aceptamos sin más que el viaje serán 4 horas’, ¿Por qué nos cuesta más aceptar el cambio en nuestra vida profesional? Podéis leerlo en su blog ¿La respuesta al cambio por encima del seguimiento de un plan?

El manifiesto Agile no niega en ningún caso que no deba gestionarse basándonos en una planificación ni mucho menos. Gestionar desde la planificación y la consecución de unos objetivos siempre es necesario e imprescindible para seguir una ruta y misión marcada en la empresa. Sin embargo, esta planificación debe ser flexible, precisamente para poder adaptarla a los cambios no previstos. Por tanto, en la agilidad sí que planifica pero en períodos más cortos. 

Si nos empeñamos en seguir un plan ¿cómo mantendremos la dirección hacia unos nuevos objetivos marcados por un cambio? Un plan perfectamente detallado en su práctica nos conduce a la inmovilidad y a la poca cintura ante situaciones nuevas y por ello es necesario planificar con periodos más cortos, adaptándonos a las circunstancias. Y como vemos, hoy más que nunca, los contextos y entornos van cambiando, las personas se van adaptando a ello, y por consiguiente, sus necesidades también cambian.